domingo, 7 de septiembre de 2008

Y se vuelve a servir

Amanda sostiene la copa. De a sorbos lentos la acaba y se vuelve a servir. Amanda, tirada en el sillón, piensa en un hombre. Cree que su vida estaría completa al compartirla con él, o al menos se sentiría muy bien.
Amanda siente hastío, le aburre hasta la bebida dulce. Lo mejor, decide, es ir a dormir.
Amanda se despierta cada día para ir a trabajar. Cada día que sale tiene la incertidumbre entre ceja y ceja. Pensará al salir que le falta algo, pero las cosas inútiles que debe llevar las carga consigo.
Toda la vida -toda la que vivió- estuvo envuelta en una tibieza agradable. Hubo altibajos, claro. Ahora esa pasividad se volvió insoportable, insostenible. Sospecha que no está preparada para vivir algo más intenso, aunque la seduce un poco la idea.
Amanda es fiel a sus sentimientos, pero vulnerable a la vacilación. Eso lo sabe, y toma recaudos. Mantiene la rutina para no exponerse (y es una estrategia que le sale bien).
Noches después, Amanda sostiene la copa, de a sorbos lentos la acaba, y se vuelve a servir.

8 comentarios:

Belén dijo...

Uff. Si sabré de eso yo. Vivo escapándole a la monotonía para la que fui educada. Vivo rebelándome contra esa construcción de vida, y deconstruyendo la mía. Amo volverme ecléctica, cambiante. Amo estrellar la copa contra el piso cuando la vida se vuelve peligrosamente monótona.

Hermes dijo...

Belén Me gusta la idea de rebelarse... más porque coincido con que la monotonía se vuelve a veces peligrosa.
Y la rebelión que en realidad me gusta es la Rebelión Creativa, porque creo que para salir de la monotonía hay que crear algo hacia donde ir (al menos ir armandolo). Algunas veces será necesario estrellar la copa contra el piso (no es mi modo preferido), otras bastará con apoyarla y arrancar...

Eliana dijo...

Hola Hermes!
Me siento una Amanda!, me parece muy buena la forma de contar hechos tan sensillos y cotidianos. Creo que cuando uno vuelve a hacer una y otra vez lo mismo como servirse una copa más de una vez; lo que sucede nunca es idéntico. Y eso depende de nuestra subjetividad, de esas sensaciones únicas y efímeras que se construyen en momentos también songulares.
Estuve reformando mi blog y te agregué a mi lista. Saludos!

virginia dijo...

La rutina me da alergia, pero me desenvuelvo con "anormal" normalidad en ella.
ES terrorífico decirlo, aun más debe ser leerme si lo escribo, pero con 22 años creo que mi vida está seguida de pasos cuasi receta de cocina... haga esto, lo otro, y si se sale de la receta, pues la preparación no encajará en el molde.
Tu relato... perdón, Amanda me hizo pensar mucho, si bien ella refleja sus quehaceres nocturnos en copas de cristal, considero que mi vida tiene la misma monotonía que un sorbo de vino... y la verdad, a veces no me gusta para nada..A VECES NADAAA. la rutina nos carcome la mente, nos limita el pensamiento, y no cierra las alas para permitirnos volar... y ahí caigo en lo mas leve del terreno, me atropello conmigo misma y me doy una y dos veces la cabeza contra mis sueños.. Es que a veces me siento presa de mi propia cadena. Seré yo quién tiene el poder de quitar las cerraduras? Sí. Esa soy yo.

Hermes como siempre tu lugar me produce esto.. Desahogarme de mi misma.
Lo puedo invitar a tomar un café? jaja

un beso!

Lou dijo...

Seré breve... Me encantó, simplemente. Es casi como imposible no sentir que tenemos un poquito de Amanda, supongo que tmb tendrás tu porción.
Besos !

Lou dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ariadna dijo...

está usted desaparecido del mundo!


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Eliana dijo...

Este es un blog que murió en septiembre?