lunes, 19 de enero de 2009

Desilusión y Hechizo

Natalina empezó a contar


"Sin saber cómo ni porqué caí en su hechizo (hechizo pensado, hechizo reflexionado…)… quizás fue vulnerabilidad, quizás necesidad… pero la realidad es que no encuentro disolverlo… y aunque a veces quiero y a veces no… no encuentro razón suficiente para desprenderme de este encantamiento que ya no necesito… pero deseo.

¿Podrá el amor ser más grande que la razón… y hacer que el hechizo sea igual para los dos? ¿Podrá el encantamiento ser tan cruel? ¿Son tan difíciles las cuestiones del querer?

Preguntas sin respuestas… ya que el hechizo no me deja responder… ni quiero hacerlo… ni deseo hacerlo… de todos modos seguiré encantada… encantada por alguien no correspondido que sabiendo que me hechizaría no es capaz de desilusionarme para que mi alma no siga sufriendo…"


La razón suficiente para desencantarse debe ser un punto intolerable de estupidez. Pero uno no quiere creerlo. Es más: uno ni siquiera quiere desencantarse, quisiera que el hechizo fuese mutuo...
Hasta que, muchas veces, se llega a un estado mezcla de aburrimiento y amargura: un buen momento para que aparezca otro personaje en escena.

(digámosle hola)

4 comentarios:

Celeste dijo...

El punto intolerable de estupidez siempre llega... y siempre se tolera.
El punto en el que nos desencantamos es cuando abrimos los ojos realmente y comprendemos y alrededor hay miles de personas más.
Y si, es el momento ideal para que entre otro personaje...
Y simplemente decir,

Hola

Lucía dijo...

Ahora mismo parece que soy un matiz, un simple colorcito hecho de distintas intensidades, nunca iguales, nunca opuestas. Matizcito,je.

Hermes dijo...

Hola Almendra

Hermes dijo...

Lucía Matizcito, bienvenida